Agorafobia: Cuando el miedo a la libertad nos detiene
Fobias
La agorafobia, más que un miedo a los lugares abiertos o a las multitudes, es el temor profundo de alejarnos de lo que consideramos seguro.
Un lugar seguro puede ser nuestra casa, pero en realidad una casa son 4 paredes y un techo, así que ¿qué es lo que la convierte en un lugar más seguro que cualquier otro?
Las personas que hay dentro y nuestra relación con ellas.
Para entender este problema, necesitamos comprender que a veces, el deseo de libertad y la necesidad de seguridad pueden estar en conflicto en aquellas personas que están dentro de una relación de dependencia.
Este conflicto puede ocurrir en la edad adulta, pero es más frecuente que surja en la adolescencia o primera fase de adultez, cuando el vínculo de seguridad que se suele establecer en la infancia con la madre o el padre, se mantiene fuerte, en vez de debilitarse y transformarse en una relación de respeto entre adultos (que sería lo natural)
Y para que ocurra, hace falta otro factor necesario: que el adolescente o adulto tenga una baja autoestima, o lo que es lo mismo, una identidad personal llena de creencias negativas sobre su capacidad para valerse por sí mismo.
Con estos dos ingredientes: 1) Relación de dependencia, 2) Falta de confianza en uno mismo, podemos explicar cómo surge el conflicto entre la necesidad de ser libre y funcionar de forma autónoma de cualquier adolescente y adulto, y el miedo a la libertad.
Imaginemos a Ana, una mujer que siente una gran ansiedad al pensar en viajar sola o en estar en lugares nuevos, sin su pareja.” Ana quiere sentirse independiente, pero al mismo tiempo, teme tanto el riesgo de salir de su “zona segura” que acaba evitando nuevas experiencias.
Cuando Ana intenta distanciarse de aquello que considera su zona de seguridad (en su caso, la presencia de su pareja), empieza a experimentar ansiedad y pensamientos como: “¿Qué pasa si me siento mal y no tengo a quién acudir?”
Este miedo al alejamiento puede crecer hasta convertirse en un ciclo de evitación: Ana evita estar sola o alejarse de su pareja porque cree que no podría manejar las situaciones de riesgo sola.
Manifestaciones de la Agorafobia: ¿Cómo se Siente?
Para quienes experimentan agorafobia, la vida cotidiana puede verse limitada de muchas formas, como:
- Miedo a alejarse de casa o de un lugar donde se sienten seguros, como si estar en su “espacio protegido” fuera esencial para evitar el peligro.
- Ansiedad creciente al alejarse de ese lugar seguro. Por ejemplo, salir al supermercado podría causarles mucha ansiedad si no están acompañados o si piensan que están demasiado lejos de casa.
- Evitar lugares con multitudes o espacios abiertos, como centros comerciales o conciertos, porque sienten que serían difíciles de abandonar rápidamente si empezaran a sentirse mal.
- Temor a estar en sitios donde es difícil escapar rápidamente, como en el transporte público o haciendo cola en un banco.
- Crisis de pánico: en situaciones que perciben como inseguras, pueden tener palpitaciones, sudoración, mareos e incluso miedo a perder el control o desmayarse.
Esta ansiedad se intensifica cuanto más se alejan de lo que consideran su “zona segura” y puede generar pensamientos como “¿Y si algo me pasa y no tengo a nadie que me ayude?” Este ciclo de pensamientos y sensaciones refuerza el miedo, limitando su libertad y autonomía.
Encontrando el Equilibrio entre Libertad y Seguridad
Abordar la agorafobia significa entender y enfrentar el conflicto entre seguridad y libertad. Es un proceso que requiere mucha valentía y apoyo, ya que implica salir de la zona de confort y fortalecer la independencia. A continuación, algunos pasos importantes en este camino:
- Reconocer los vínculos de dependencia: Identificar si existen relaciones o situaciones en las que la seguridad personal parece depender totalmente de otra persona. Esto no significa que esa persona o situación sea “mala”, sino que está impidiendo que uno sienta su propio poder y autonomía.
- Desarrollar una mentalidad de “puedo manejarlo”: Poco a poco, enfrentarse a situaciones desafiantes, como salir sola a lugares cercanos, para descubrir que se puede lograr sin necesidad de estar siempre acompañado o en la zona de confort.
- Reformular el miedo a la libertad: Aceptar que es natural sentir miedo cuando damos pasos hacia la independencia. Reconocerlo y verlo como una oportunidad de crecimiento puede ser un gran alivio y una motivación.
La agorafobia es, en muchos casos, el resultado de una dependencia emocional que puede comprenderse y trabajarse. El proceso puede parecer difícil, pero con paciencia y los pasos adecuados, se puede encontrar el equilibrio entre seguridad y libertad, logrando una autonomía más plena y auténtica.