El ciclo de la ansiedad la comida y la culpa
Psicología Real
Es importante decir que la principal forma de combatir este círculo vicioso que se crea entre la ansiedad, la comida y la culpa, es entender por qué nos pasa, y aprender sobre los mecanismos que se activan en nosotros y que lo mantienen.
No podemos cambiar nada que no sepamos por qué nos ocurre. Sería intentar curar los síntomas de un cáncer sin saber que tenemos cáncer, ni qué tipo es, ni qué órganos están afectados.
La cuestión no es tan sencilla como pudiera parecer, y las soluciones rápidas como no tener dulces en casa, planificar las comidas, tener a mano opciones de snacks más saludables, como frutas, yogur, nueces o verduras, o establecer un horario de comidas regular… no suelen ser soluciones eficaces a largo plazo, porque no van al origen del problema.
La cuestión es que, hasta llegar a la acción de comerse un tarro de helado en un día, o consumir de forma compulsiva comidas que sabemos que no nos sientan bien o no son buenas para la salud, hay una cadena de factores involucrados, de los que tenemos que ser conscientes si queremos modificar ese comportamiento. Podemos empezar por algunas preguntas relacionadas con esos factores:
La ansiedad:
¿Qué es la ansiedad y porqué yo la tengo?
La ansiedad está relacionada con el estrés, y por lo tanto es una sensación de alarma interna que nos hace sentir en peligro o en tensión. Nuestro cuerpo y mente buscan rápidamente algo que nos alivie, algo que nos haga sentir seguros y tranquilos.
No todas las personas viven con ansiedad, ni los que la sufren, tienen los mismos niveles de intensidad. Luego, la ansiedad está estrechamente relacionada con nuestra personalidad, y consiste en percibir algunas situaciones cotidianas como una amenaza a nuestra persona, o a nuestra existencia, y por tanto, vivirlas activando nuestro mecanismo de supervivencia: el estrés.
Si una persona resuelve la ansiedad recurriendo a la comida como forma de alivio, la forma más eficaz de dejar de hacerlo, es reducir los niveles de ansiedad.
La comida:
¿Por qué recurrimos a la comida para aliviar la ansiedad?
La comida, sobre todo los alimentos dulces o grasos, tiene ese efecto rápido: nos da un momento de calma, de placer inmediato. Por eso, es muy frecuente que, cuando estamos ansiosas, las personas recurramos a la comida para sentirnos mejor, incluso aunque no tenemos hambre física.
A los alimentos con alto contenido de azúcar y grasa se llaman “alimentos consuelo” porque estimulan la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que producen sensaciones de bienestar y placer, y además proporcionan una “recompensa” rápida, porque reducen temporalmente la secreción de cortisol (la famosa hormona del estrés)
El problema es que esta combinación de alivio emocional y recompensa inmediata refuerza el deseo de repetir la ingesta de estos alimentos cada vez que surge el estrés o la ansiedad, lo que contribuye a formar un patrón de alimentación emocional. Este patrón puede volverse “adictivo” en el sentido de que la persona empieza a depender de estos alimentos para manejar sus emociones, creando un ciclo de dependencia emocional y refuerzo positivo en el cerebro.
- La culpa: ¿de dónde me viene la culpa?
Darse un caprichito o disfrutar de alimentos que no solemos comer normalmente, no es algo malo. Cuando una persona lo vive como un fracaso y se siente mal, es más probable que su identidad personal se hunda y tenga más facilidad de abandonar proyectos personales como dietas o tipos de alimentación deseada, creándose un círculo vicioso de ansiedad y culpa. En este caso, el problema no estaría tanto en haber realizado una excepción, sino en la evaluación catastrófica que realiza la persona de sí misma, y su efecto en su autoestima.
La culpa tiene más que ver con las creencias de la persona sobre cómo debe ser, sobre qué niveles de control debe tener sobre su cuerpo, o que resultados debe obtener…osea con una autoevaluación negativa.
¿Cómo trabajar para romper este ciclo?
Para romper el ciclo de ansiedad, comida y culpa, es importante no juzgarnos, sino entendernos mejor, y aprender a identificar nuestras necesidades reales. Aquí hay algunos pasos que pueden ayudarte a manejarlo:-
Reconoce lo que sientes antes de comer:
Cuando sientas el impulso de comer, tómate un momento para preguntarte: “¿Estoy realmente hambriento o estoy buscando calmar otra cosa?”. Tratar de ponerle nombre a la emoción, ya sea ansiedad, estrés o tristeza, ayuda a reducir la necesidad de recurrir a la comida. -
Busca otras formas de calmarte:
Trata de encontrar una actividad que te dé paz sin depender de la comida, como dar un paseo, escribir en un diario o hablar con alguien de confianza. Estas actividades también pueden aliviar la ansiedad y ayudarte a sentirte en control de la situación. -
Practica la compasión contigo mismo:
Recuerda que recurrir a la comida en momentos de ansiedad no es un “fracaso”; es una manera en que tu cuerpo y mente están tratando de encontrar alivio. En vez de castigarte, trata de comprenderte. La culpa solo refuerza el ciclo. Si logras ser más amable contigo mismo, es más probable que puedas responder de una forma más equilibrada la próxima vez. -
Desarrolla una mentalidad de responsabilidad, no de culpa:
Ser responsable significa saber que, aunque hoy comiste por ansiedad, puedes aprender a manejarlo de una manera diferente la próxima vez. La responsabilidad nos permite tomar decisiones para mejorar, mientras que la culpa nos hace sentir atrapados. Busca el origen de tu ansiedad:
Pregúntate si hay algo en tu vida que esté causando estrés o que te haga sentir atrapado o sin salida. A veces, cuando comprendemos el origen de nuestra ansiedad, podemos empezar a trabajar en ella de raíz, sin depender tanto de la comida para encontrar alivio.