Acoso = Problemas Psicológicos
¿Cómo podemos evitarlo?
El acoso escolar o bullying es una forma de violencia, que incluye ataques verbales, emocionales, físicos o psicológicos repetidos con la intención de dominar o humillar a la otra persona.
Se trata de una experiencia traumática, que está ocurriendo en un momento sensible del desarrollo del ser humano (la infancia y adolescencia), por lo que dejará huella en las personas que lo sufren.
Durante la infancia, la personalidad de los niños se está formando, sobre la preadolescencia las bases de esa personalidad ya estarán establecidas, y será durante la adolescencia, cuando ellos mismos realizarán ajustes importantes en función del feedback que vayan recibiendo de sus interacciones sociales. Es por eso, que la identidad personal (autoconcepto) y la autoestima pueden quedar dañadas cuando los niños reciben agresiones gratuitas de sus iguales.
Son gratuitas, porque nada las justifica. La mayoría de las veces se basa en la necesidad de mostrar superioridad, o del miedo, incomprensión o intolerancia ante las diferencias. En los casos en que el ataque parte de algún acontecimiento concreto, siempre hay otras maneras de resolver las diferencias, o problemas personales.
La forma en que cada persona afronte esta situación dependerá del apoyo externo que tenga, pero sobre todo, de su personalidad.
El acoso afecta negativamente al autoconcepto y a la autoestima, pero su estado previo, es decir, la seguridad y confianza que tengan en sí mismos, será un factor decisivo en la forma en la que los jovenes afronten la situación de acoso.
Cuando un niño o adolescente se encuentra en una situación de acoso, puede optar por dos opciones:
- Intentar modificar el entorno para evitar los daños. Por ejemplo, comunicárselo a profesores o padres para que tomen medidas, cambiar de instituto, demandar… u otro tipo de soluciones que afecten al ambiente.
- Tratar de modificarse a sí mismo para encajar en el entorno. Por ejemplo, intentar encajar en los gustos sociales, acceder a demandas de los agresores…
y las consecuencias se harán visibles tarde o temprano: depresión, trastornos de estrés, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, Ansiedad social…
El acoso tiene una gran incidencia en la adolescencia, por eso es importante tener en cuenta algunas cuestiones: No reaccionará de la misma manera un adolescente con problemas de autoestima, inseguridad y falta de confianza, que otro que no duda de sí mismo y que se siente capaz de afrontar cualquier problema.
El que tiene un buen autoconcepto, no es una buena víctima, porque probablemente tenga una buena red de apoyo social (ya que no tiene problemas para relacionarse), y además confía en sus capacidades, lo que hace que pueda ignorar las agresiones, evitando que le afecte demasiado. Ante esta situación, es probable que los agresores busquen otra víctima.
Cuando hay problemas de autoestima, el acoso puede hacer estragos en la vida personal y social del adolescente, y por ello, es muy importante tratar estos problemas lo antes posible, para que no lleguen a paralizar su vida.
Que un adulto, cuya personalidad ya está formada, viva una experiencia de este tipo, no es igual que si es un niño quien tiene que integrar esas actitudes de desprecio, violencia y rechazo, en un momento crucial del desarrollo de su personalidad. Las consecuencias son aún más graves.
Hay muchas formas de combatir el acoso escolar: los colegios van incorporando protocolos de acción, los institutos usan mediaciones entre los alumnos involucrados, y todo indica que la clave para solucionarlo está en la educación que reciben en casa, y en como los padres afrontan el problema cuando son informados.
Pero hay una herramienta que es decisiva tanto antes que se produzca el acoso, como una vez producido: la autoestima. Por eso la autoestima es elemento protector frente a este tipo de violencia y frente a los problemas psicológicos derivados de ella, y merece ayudar a los jóvenes a trabajarla.