Ansiedad y Alimentación
Desencadenante del TCA
Cuando regresamos de haber disfrutado de unas vacaciones, o de haber cambiado los hábitos durante un periodo prolongado de tiempo, podemos vivir con ansiedad la vuelta a la rutina, al trabajo o a una alimentación más restrictiva.
La previsión de consecuencias negativas debidas a los excesos o a los cambios de alimentación, o de tener que hacer esfuerzos para volver a recuperar los estados anteriores de salud, pueden afrontarse con ansiedad y preocupación, convirtiéndose en un obstáculo más que afrontar.
Cuando hay culpa o previsión de fracaso es más fácil procrastinar, o abandonar nuestros proyectos.
Cada persona vivirá estas situaciones de distinta manera, según cuál sea su personalidad y cuáles sean sus creencias.
Por eso, primero, voy a hablar del estrés y la ansiedad, para entender cómo afectan a nuestra salud, y después hablaré del círculo vicioso que se puede crear entre la ansiedad y la alimentación.
Estrés y ansiedad.
¿Qué son y cómo afectan al organismo?
El estrés:
Es un mecanismo de defensa del ser humano. Aparece cuando nos sentimos amenazados, y se ocupa de activar al organismo para ponerlo en disposición de afrontar esa amenaza: elegir entre luchar o huir. (Hans Selye habló del efecto de la ansiedad en el organismo en su libro “Tensión sin angustia”)
Los cambios fisiológicos que se producen durante el estrés, dejan una huella química que afecta al organismo, debilitando el sistema inmunitario, o provocando las llamadas “enfermedades psicosomáticas” (dermatitis, psoriasis, migrañas, cefaleas, problemas digestivos…fibromialgia)
La ansiedad:
Es una suma del estrés y la personalidad. Es decir, añade un factor subjetivo al mecanismo de defensa natural humano que es el estrés.
La ansiedad aparece cuando la persona estima que está en una situación amenazante (como en el estrés), pero en esta ocasión, tendrá en cuenta factores, como la valoración que haga de sus capacidades para responder de forma adecuada a esa amenaza, o de la magnitud de la amenaza.
Estas valoraciones constituyen ese componente subjetivo añadido: la amenaza puede ser real o imaginada, y la valoración de sus capacidades para resolver el problema puedes estar ajustada a la realidad o no.
Tropezarse por la selva con un león o encontrarse en una cueva con un oso, son las situaciones que nuestros antepasados entenderían como una amenaza a la supervivencia. Por desgracia, hoy en día, nuestro jefe, nuestra pareja, las relaciones sociales, no cumplir con nuestras autoexigencias o no encajar en los patrones sociales o culturales… se vive como amenazas a la supervivencia, y por eso los niveles de estrés de la población están disparados.
Es frecuente que la ansiedad afecte a los patrones de alimentación, y que algunas personas recurran a la comida como forma de alivio. O incluso como forma de saciar vacíos o sensaciones desagradables que no entienden de dónde vienen, ni saben cómo evitarlas.
Círculo Vicioso de Ansiedad y Alimentación:
Es importante saber que la ansiedad puede llevar a hábitos alimenticios poco saludables y viceversa.
¿Quieres saber cómo?
Ante una situación percibida como una amenaza, las glándulas suprarrenales segregan cortisol, conocida como la hormona del estrés, que ayuda al organismo a enfrentarse al problema.
Lo normal es que, cuando la amenaza cesa, los niveles vuelvan a la normalidad. Pero debido a los factores subjetivos de la ansiedad, es frecuente que la respuesta de estrés se mantenga en el tiempo, favoreciendo distintos tipos de desórdenes: desde tener un mayor apetito hasta provocar efectos perjudiciales en el sistema inmunitario.
Los estados de estrés y ansiedad llevan a seguir hábitos no saludables: dormir menos, fumar más, beber alcohol, practicar menos ejercicio físico… y también pueden producir cambio en el patrón de alimentación: comer de manera desordenada, de forma compulsiva, o consumir alimentos ricos en azúcares y grasas.
Estos alimentos hipercalóricos funcionan como “alimentos consuelo” porque producen una inhibición temporal de la actividad de las partes del cuerpo que controlan el estrés y las emociones, aportando un alivio momentáneo, y de esta forma convirtiéndose en alimentos adictivos.
A todo esto, sólo nos falta añadir el posterior sentimiento de culpa, por no estar cumpliendo con algunas de nuestras creencias sobre cómo debemos ser, qué debemos comer, o cómo debemos comportarnos… para entender el Círculo Vicioso de Ansiedad y Alimentación.
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