Los vínculos interpersonales que generan dependencias (vínculos sustantivos)
Una relación sana entre dos personas es aquella que permite y fomenta la independencia de ambas partes, es decir, cada una desarrolla y usa todas sus facultades y capacidades, sin tener que renunciar a ninguna parte de sí misma (independencia sustantiva)
Lo contrario sería una relación que se podría ilustrar con la metáfora del árbol que no crece por estar a la sombra de otro árbol más grande.
A la persona dependiente, verse sostenida por otra persona puede parecerle un beneficio y vivirlo con alivio, pero en realidad esas necesidades que cree tener son irreales y provienen de sus carencias personales y de las mermas que ha sufrido durante su desarrollo. Estos problemas internos pueden tener su origen en otras relaciones de ese tipo vividas en la infancia o en la relación actual en la que se encuentra, pero lo importante es que, para que una persona crea que necesita depender de otra en áreas que deberían ser propias, antes debe creer que no puede sostenerse por sí mismo, que no puede contar con sus facultades o capacidades para sobrevivir o que no puede confiar en sí mismo. Y eso significa que tiene creencias equivocadas o irreales sobre sí mismo formando una identidad personal negativa.
Mantenerse en una situación de dependencia, manteniendo todas las creencias personales y todas las carencias funcionales asociadas puede hacernos mucho daño: problemas de autoestima, sensaciones de vacío, problemas para percibir la propia existencia desde uno mismo, aislamiento, problemas en las relaciones sociales, incapacidad para sentirse realizado y para encontrar sentido a la vida… y en los peores casos, despersonalización, angustia, pánico…y lo más importante es que la formalización de la identidad personal variará en función del estado del vínculo, lo que significa que el estado de ánimo de la persona dependiente puede alterarse, según el trato que reciba de la otra parte del vínculo.
Uno de los mayores obstáculos para salir de esta situación, es que la persona inserta en un vínculo de este tipo, no percibe la situación tal y como es, y para llegar hasta ese punto ha tenido que creer en la otra persona, es decir: suponerle buenas intenciones, creer que lo que dice es verdad y es por su bien, y pensar que está mas capacitada a la hora de tomar decisiones, y por lo tanto, es mejor depender de ella.
Como consecuencia, no es capaz de percibir la verdadera esencia del sujeto del vínculo, que suele emitir una imagen falseada de sí misma, a la vez que le atribuye una identidad personal falsa al otro. El problema es que todo esto no es gratis. El precio que una persona paga por mantenerse en ese vínculo de dependencia es muy alto, debido a las falsas creencias que sostiene (que afectan a su identidad personal y a su relación con el entorno) y a la cantidad de problemas psicológicos que pueden sufrir. La solución sólo puede pasar por fortalecer el yo de la persona en aquellas áreas que ha cedido al otro, y tomar conciencia de la realidad de la situación en la que se encuentra.