¿Regresaste de vacaciones sintiéndote más lejos que nunca de tu pareja?
Terapia de Pareja
Descubre por qué el descanso, a veces, trae más problemas que soluciones.
A veces, el día a día no nos deja tiempo ni de pensar. Vamos del trabajo a casa, del colegio a las extraescolares… Tenemos obligaciones y tareas diarias que cumplir… y tenemos una energía y una capacidad de atención mental limitada.
Así que hay cosas que no tenemos más remedio que pasar por alto: actitudes, carencias en necesidades emocionales o físicas… A veces no nos fijamos en la calidad de la relación que recibimos del otro, pero lo mismo ocurre con nosotros mismos: puede que tampoco tengamos tiempo de fijarnos en la calidad de lo que nosotros estamos aportando a la relación.
Las vacaciones significan pasar tiempo juntos. Tiempo en el que, por fin, desaparecen algunas preocupaciones o rutinas, y se puede prestar más atención a la pareja. Pero esto es un arma de doble filo.
A veces, lo que vemos no nos gusta. Puede que veamos actitudes que ya existían antes, pero no teníamos tiempo ni atención para verlas. O puede que surjan desencuentros a causa del roce.
Los efectos del estrés y la ansiedad son otro obstáculo para que podamos hacer de las vacaciones un momento de reencuentro y paz. Por eso, conocer el funcionamiento del estrés, puede ayudarte a entender porque a veces las vacaciones no son como esperábamos.
Cuando una persona ha estado durante el año expuesta a situaciones muy estresantes (puede ser por problemas laborales, personales o familiares), es frecuente que los efectos no se vean hasta que llegan las vacaciones.
EL estrés, explicado por Hans Selye en su obra, Tensión sin ansiedad, es un mecanismo de supervivencia de los seres humanos, que se dispara cuando la persona percibe una situación como una amenaza, y que consta de distintas fases:
- Un ascenso o Pico, que representa la reacción fisiológica del organismo como reacción ante la alarma, y que implica modificaciones físicas y químicas en distintas partes del organismo (por ejemplo, se segrega la conocida hormona del estrés, el cortisol)
- Una meseta, que significa que este estado excepcional del organismo se mantiene mientras se siga percibiendo la amenaza. El cuerpo se acomoda, es decir, aprende a vivir en un estado de alerta permanente, o lo que se llama estado de resistencia.
- Cuando la amenaza cesa, el organismo trata de volver al estado inicial. Pero no puede, porque tiene que pagar el precio de haber estado tanto tiempo manteniéndose en alerta. Por eso se llama Fase de agotamiento.
Hoy en día, es frecuente vivir algunas situaciones laborales como una amenaza: la continuidad laboral, la relación con el jefe, o problemas con los compañeros…
Siguiendo la explicación de Selye sobre las fases del estrés, una persona que se sienta estresada por su situación laboral, mantendrá los niveles de estrés mientras continúe la situación…es decir, mientras esté trabajando.
¿Qué ocurre cuando llegan las ansiadas vacaciones?
Pues resulta que no es posible desconectar y olvidarse de estos problemas, porque, aunque perdamos de vista la situación estresante, al jefe o a los compañeros… el cuerpo está inmerso en un proceso que no termina de golpe, sino que pasa a la siguiente fase: la fase de agotamiento.
El organismo ha estado en alerta durante mucho tiempo, lo que ha afectado a algunas partes del cuerpo, como por ejemplo al estómago, y también ha estado generando cortisol y adrenalina. Y esta actividad ha dejado “una huella química” en el organismo. Esa huella química es lo que se convierte en las conocidas enfermedades psicosomáticas.
Por eso, muchas veces, nos mantenemos activos, alerta, sin enfermar, ni permitirnos un respiro durante el año, y cuando llega el momento de descansar, es cuando sale todo: problemas de piel, problemas de estómago, vértigos, ataques de ansiedad, enfermedades…
Y esto puede desencadenar otros nuevos problemas en la persona: miedos, ansiedad, hipocondría, bajada del sistema inmune y facilidad para enfermar o coger virus, herpes…
A veces no entendemos por qué la otra persona está decaída, angustiada o deprimida, justo cuando estamos planeando las vacaciones, o disfrutando de tiempo libre. O somos nosotros los que no entendemos porqué estamos así, cuando realmente, preferimos estar de mejor ánimo, y eso genera roces, desencuentros y discusiones.
La terapia de pareja siempre es una buena opción para afrontar problemas en la pareja, pero es esencial ir al origen del problema, y si se trata de estrés, tratarlo también individualmente con un profesional.